Taxonomía: AngiospermaeMonocotyledonaePoalesPoaceae

Tipo de cultivo: Ornamentales

Nombre científico: Fargesia fungosaIntroducción: 

Esta especie es originaria de los bosques montañosos situados entre los 1800 y los 2700 m al oeste de Guizhou, sureste de Sichuan y noreste de Yunnan, China.Características morfológicas: 

Fargesia fungosa es un bambú trepador de tamaño mediano, resistente, de alrededor de 3 a 4 m de altura. Los tallos, de alrededor de 2 cm de diámetro, son de color verde cuando son jóvenes, pero más tarde el color se incrementa hacia el rojo y son muy peludos.
Las hojas son estrechas y de color verde claro y se organizan a modo de pequeños abanicos, lo que da a la planta un aspecto refinado.Requerimientos del cultivo: 

Esta especie es una planta ornamental excelente para las regiones templadas cálidas y templadas frías, donde puede soportar heladas entre moderadas y fuertes.

Existen algunos requerimientos claves para la productividad de la plantación de bambúes, es importante considerar la temperatura, el viento, granizo, etc. De estos, la precipitación es el factor que más determina las posibilidades de cultivo, en cuanto al desarrollo, productividad y rentabilidad. En reposo invernal el agua no es importante, salvo durante los primeros dos años, que se le debe asegurar de forma constante un cierto abastecimiento basal de al menos 30 mm mensuales, distribuidos los más uniformemente posible. La época previa a la brotación es muy importante, ya que es cuando se activan las yemas subterráneas que establecerán la productividad de la temporada entrante. Durante esta época es muy importante asegurarle a la plantación suficiente agua para obtener un rinde adecuado, mínimo de 100-200 mm de agua por mes. En brotación, la falta de agua puede provocar una seca de los brotes emergentes, generando una pérdida productiva; mínimo de 100 a 200 mm de agua por mes en esta etapa. En el período de crecimiento el agua es importante, aunque no tan crítica como en las etapas anteriores, siempre hablando en plantaciones establecidas y maduras, durante el periodo de crecimiento el bambú puede realizar una autorregulación hídrica en caso de épocas de secas; mínimo de 50 mm de agua por mes.

El cultivo del bambú se adapta a una vasta diversidad de suelos y si bien puede desarrollarse en suelos marginales o poco fértiles, su productividad se ve disminuida bajo estas condiciones. Prefiere los suelos de texturas franco, los cuales suministran una aireación y permeabilidad adecuadas para un óptimo crecimiento de las raíces. El rango de textura apropiada va desde franco-arenoso, franco, hasta franco-arcilloso. Suelos de texturas más finas o pesados (franco-limoso o franco-arcilloso), si bien retienen más el agua, presentan las desventajas de un menor drenaje, infiltración lenta y escasa aireación, perjudicando la brotación.

Debido al sistema radicular superficial del bambú la profundidad del suelo no suele ser una característica crítica. Aquellos con presencia de toscas, ripio, capas compactadas o napa freática a partir de los 60 cm de profundidad, podrían ser utilizados para plantaciones productivas. Las raíces y rizomas del bambú son sensibles a la falta de oxígeno en el suelo, lo que trae aparejado: fallas en la plantación por muerte de raíces de plantines en el campo, menor crecimiento vegetativo, retardo en producción. Todo esto atenta prematuramente a la rentabilidad del cultivo.

La plantación de bambú no es buena tolerando la salinidad, los valores de conductividad eléctrica del suelo, para el normal crecimiento y buena producción, deberán ser menores a 1,25 dS/m. La producción puede experimentar una disminución del 10% si la conductividad eléctrica del suelo alcanza valores de 1,5 dS/m. Con un nivel de salinidad de suelo cercano a 3-4 dS/m, el crecimiento y la producción pueden verse severamente disminuidos hasta una inhibición completa de la brotación por encima de este límite.

Los valores de pH de suelo recomendables, varían entre moderadamente ácidos (pH 5,5) a neutros (pH 7), siendo óptimos aquellos levemente ácidos (pH 6,5 – 6,8). Los suelos con pH menores a 5,5 (suelos ácidos) son desaconsejables. Suelos con pH mayores a 7,5 (suelos alcalinos) deben ser acondicionados.Manejo del cultivo: 

Previo a la plantación se deben estudiar las condiciones de clima y suelo presentes en la zona donde se realizará la implantación. A los fines de poder identificar limitantes presentes que puedan afectar la futura producción, para obtener un cultivo productivo y rentable.
No existe un modelo de plantación único, sino que la elección del mismo debe establecerse y diseñarse considerando los factores particulares de cada sistema productivo. A medida que las condiciones son más adversas es recomendable intensificar la densidad de plantado. Por otro lado, estos modelos son recomendados para plantaciones maderables, de brotes o doble propósito, no así para plantaciones de biomasa, en donde la densidad de plantado debe ser mucho mayor.
Los principales factores a considerar para decidir el modelo de plantación, son los siguientes:
* Destino de la producción
* Especie y hábito de crecimiento
* Método de riego
* Suelo: en condiciones óptimas o con presencia de limitaciones físico-químicas.
* Clima: condiciones óptimas o adversas.

Posteriormente a la elección del sitio, se deben realizar las labores de corrección de limitantes presentes si las hubiere, preparación del suelo y selección del material vegetal a plantar. Continuando con la determinación de la época de plantación y su ejecución, y la realización de las labores de mantenimiento y cuidado de las plantas jóvenes en el primer año de cultivo.

Corrección y preparación del suelo
Las correcciones físicas deben hacerse antes de realizar la plantación. El objetivo es facilitar la infiltración y el drenaje del agua de riego, la aireación del suelo. Si el suelo se encuentra compactado en su perfil, con baja velocidad de infiltración del agua con presencia de capas subsuperficiales muy duras, es recomendable realizar labores mecánicas con el objeto de romper esas capas y facilitar la aireación, el drenaje del agua y el posterior desarrollo del rizoma el cual será fundamental para la brotación y productividad del cultivo de bambú.
Otro factor de importancia solo en el caso de bambusales que requieran riego, es la nivelación del terreno. La práctica de nivelación debe ser realizada antes de la plantación y su objetivo es corregir imperfecciones del relieve. Esto se hace para evitar: baja eficiencia en el uso del agua de riego, lavado de nutrientes, erosión del suelo, salinización y muerte de plantines.
Las correcciones de las propiedades químicas de un suelo son costosas, porque las mismas deben realizarse en toda la extensión del terreno de plantación. En el caso de los bambusales con riego, si la salinidad del suelo se debe al agua, la mejor solución es encontrar una fuente alternativa de agua o realizar mezclas de aguas de distintas calidades. De no hacerlo así, la acumulación de sales en el suelo irá en aumento y en desmedro de la productividad y rentabilidad del bambusal. Si la salinidad es inherente al propio suelo, la recuperación de éste requiere desplazar el exceso de sales fuera de la zona de crecimiento de los rizomas, mediante riegos de lavado con agua de buena calidad. También la implantación de abonos verdes de especies gramíneas como cebada, centeno o avena, ayudan en el proceso de lavado.
Para las correcciones químicas referidas a la disponibilidad y nivel de los nutrientes, es necesario realizar un análisis de suelo en laboratorio, para conocer su fertilidad. Para esto, se deben tomar muestras de suelo, que sean representativas del cuartel o parcela de terreno de interés, implementando una metodología de muestreo que permita obtener resultados apropiados.

Selección del material vegetal
El plantín empleado, tiene una gran importancia, ya que afecta la velocidad de entrada en producción, la sanidad de la plantación, la formación del bambusal, la productividad y por sobre todo la tasa de supervivencia. Los principales criterios de calidad a considerar en un plantín productivo de bambú de vivero, previo a su adquisición, son:
• Altura: como mínimo 25 cm (dependiendo de la especie, algunas deberán tener una altura mínima de 40) y formada al menos dos tallos definidos.
• Vigor: que presente indicios de pleno crecimiento y buen vigor, con hojas y que las mismas sean verdes.
• Raíces: que se encuentren en buen estado y desarrollo. Estas deben tener abundantes raicillas finas; para esto es muy útil e importante romper el pan de tierra, de algunas plantas elegidas al azar, para poder observar las raíces. Se deben descartar plantas sin raicillas.
• Estado general: que las plantas presenten suficiente endurecimiento de sus tejidos para garantizar viabilidad en campo, pero que no se observen síntomas de envejecimiento. Plantas mantenidas en macetas pequeñas se envejecen por falta de tierra y sufren un retraso de su desarrollo en el campo.

Época de plantación
La plantación de algunas especies puede realizarse en casi cualquier época del año si los plantines están en buen estado, aunque algunos momentos son más riesgosos. No obstante, existen épocas más propicias para la plantación debido a condiciones climáticas (sobre todo temperaturas) más favorables para el enraizamiento, crecimiento y adaptación de la planta en el terreno. En la práctica es posible distinguir dos momentos apropiados para realizar la plantación:
• Primavera: es la época más adecuada, ya que la planta dispone de mayor tiempo de crecimiento antes de las próximas heladas. Se debe tener especial atención y cuidado respecto a la fecha promedio de últimas heladas, a la disponibilidad de agua y a las temperaturas del verano.
• Otoño: época factible, aunque la planta dispone de un menor tiempo para el crecimiento y endurecimiento de tejidos antes de las primeras heladas, no se expone a las altas temperaturas del verano a campo. En esta época hay menor incidencia de deshidratación.
En las épocas del año donde las condiciones climáticas no son favorables o se tornan riesgosas para la supervivencia de la joven planta, no se recomienda realizar la plantación. Por ejemplo, en invierno, debido a las bajas temperaturas, y en verano, por la ocurrencia de altas temperaturas extremas y altas demandas de agua por parte del cultivo, tornando incierto el éxito de esta práctica.

Marcado y apertura de hoyos
La realización correcta de la labor de plantación, de acuerdo con el modelo previamente elegido asegura el rápido desarrollo de las plantas y evita la pérdida de algunas de ellas. Previo a la colocación de la planta en el terreno, es necesario marcar correctamente los sitios donde se dispondrán las filas del cultivo y las plantas dentro de cada fila. El marqueo es la tarea que consiste en señalar la posición final de ubicación de las plantas, de modo que se logren los marcos o distanciamientos elegidos. Para esta labor se puede recurrir a una regla plantadora que permite conservar la dispersión adecuada según la necesidad. Esto permitirá un mejor aprovechamiento de la radiación solar y del espacio. Así, mediante la tarea de marqueo, la posición de cada planta debe quedar señalada en el terreno con una estaca, caña o cualquier otro medio que se disponga, siempre que indique el lugar exacto donde realizar el hoyo para plantar.
Los hoyos de plantación deben ser de aproximadamente 40 cm de profundidad y 40 cm de ancho, pudiendo variar según cada caso. En el hoyo de plantación la planta debe ser enterrada tratando de respetar la misma altura de la tierra que la planta tenía en la maceta del vivero. Se retira la maceta y se procede a colocar la planta en el hoyo a tapar con tierra negra. Mientras se va tapando debe apisonarse, de manera que no queden bolsas de aire en la zona de raíces.

Cuidados posteriores a la plantación
• Riego. Después de la plantación las plantas deben regarse inmediatamente. Es evidente que el clima, tipo de suelo, el momento de entrega del agua de riego, etc., determinan el número y frecuencia de los riegos, pero las necesidades de agua por planta son altas en este primer año; de modo que los riegos deben ser frecuentes y con suficiente cantidad de agua. Los primeros riegos son indispensables para asegurar una buena provisión de agua y el asentamiento del terreno. Luego es aconsejable, principalmente en suelos pesados o de texturas finas y con baja infiltración del agua de riego, aporcar la planta tapando con tierra su cuello. Si en el bambusal se observa un color amarillo en las hojas nuevas puede ser un síntoma de exceso de humedad en el suelo. En este caso es necesario suspender los riegos por algunos días y revisar los volúmenes de agua.
• Aporcado. En zonas donde las precipitaciones son inferiores a los 800 mm de agua anual, está demostrado que el aporcado reduce la evaporación del agua del suelo, mejorando el crecimiento y establecimiento del plantín.
• Replante. Es posible que no todas las plantas sobrevivan, es importante controlar que esto no supere el 8%, salvo que se haya considerado un modelo de plantación de alta densidad por condiciones desfavorables del sitio. De ser superior a este porcentaje, es importante chequear que variable no está funcionando, ya que sería un indicador de problemas en la locación o en las actividades desarrolladas. En el caso que la tasa de mortalidad esté dentro del límite establecido como apropiado, es necesario realizar un replante. Se sugiere que el mismo coincida con la primera actividad de desmalezamiento, que debería ser en la siguiente época de plantado. Por ejemplo, si se plantó en primavera, el replante se debe hacer el siguiente otoño. Si se plantó en otoño, el replante se debe hacer la siguiente primavera.

Fuente obtenoda de : https://www.sinavimo.gov.ar/cultivo/fargesia-fungosa

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