El Bambú crece a ambos lados del Ecuador abarcando: America central y del Sur, gran parte de África, y el sur y este de Asia (China, Japón, India, Indonesia, etc.). Como se puede observar en la siguiente imagen, gran parte de las especies de Bambú existentes se distribuyen a lo largo y ancho del hemisferio sur, especialmente concentrados en los trópicos.

Esta localización geográfica -coincidente en gran parte con la ubicación de lo que hoy se denominan “países pobres” o “países en vía de desarrollo”- es una de las causas principales por la que el subconsciente colectivo ha rechazado el uso de este material.

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© A.P. Hebel. Global Natural Bamboo Habitat 1980 – National Geographic

Esta situación ha motivado la creación de innumerables prejuicios sobre el Bambú. Prejuicios que pueden ir desde la “desconfianza” en su durabilidad, hasta un absoluto desconocimiento tanto de sus propiedades resistentes como de sus posibles aplicaciones en sectores como el de la Edificación.

El recelo generalizado de la población hacia este material –que se acentúa, aún más si cabe, en los países occidentales- es responsable también de la ignorancia existente entre los profesionales y técnicos de nuestro campo.

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© Tommaso Riva. Yurta retráctil en un Taller de Bali – Jörg Stamm y Bamboo U.

En cualquier caso, no todo son “malas noticias”. Y es que en la actualidad, han emergido como promotores del Bambú algunos arquitectos/as tan reconocidos como Elora Hardy – estudio IBUKU (arquitecta balinesa); Simón Vélez (arquitecto colombiano); Anna Heringer (arquitecta alemana); Vo Trong Nghia (arquitecto vietnamita) o Gerard Minakawa.

Estos nuevos embajadores del Bambú (junto con una ingente cantidad de profesionales muy experimentados menos “conocidos” por las masas) son los que han permitido que este material empiece a ganar el respeto y reconocimiento que se merece como herramienta en nuestra lucha contra el cambio climático.

 

Fuente obtenida de https://arquitectura-sostenible.es/bambu-el-acero-vegetal/

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